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Su poética es sumamente intimista, personal, cerrada al extremo de mantenerse un poco al margen de las influencias del contexto artístico cubano actual, se encierra en su "laboratorio" de grandes y frías paredes interminables que a su vez lo retroalimentan argumentalmente, buscando en su propio "yo," solo así puedo pintar." Entonces comienzan a fluir sensaciones: la manzana navegando en un espacio sexuante y el perro que todo lo mira; cuando el arroz esté recuerda... y el olor a óleo que penetra por los poros que olvidó cerrar, y cuando todos actúan el perrito observa, la manzana que sigue, ahora el trazo es ágil, más el color estalla en toda la superficie, y la arquitectura de la línea que serpentea para no ser cubierta por los grises místicos que generan un espacio pictórico utópico, utópico porque debe existir sólo en la idea, en su más profundo interior.

Para Banasco "lo místico es ese estado trascendente donde se alcanza la plena armonía del ser, es el aún no focalizado en lo más profundo del espíritu voluntarioso que mueve al hombre, hacia la gran realización. Es profundamente...existir en la gloria o sucumbir en la nostalgia."

Su figuración roza con ciertos aspectos del surrealismo y la neofiguración, pero nunca desde una apropiación criticista de sus presupuestos estéticos, sino como contenidos incorporados que inevitablemente salen en un fluir gráfico automático, teniendo como referente las obras de Salvador Dalí, Francis Bacon y Matta.

Detrás de sus superficies ampliamente cromáticas no existe un compromiso táctico con el contexto inmediato, más bien son reconocibles partículas de este, pues al ser su objetivo el planeo pictórico de todo su exuberante mundo interior, se permite con más certeza dislocar estructuras fijadas. 

Es toda su obra una constante representación del estado espiritual personal en que existe su ser creador, como centro de su vida.

Plásticamente el color y el dibujo son los recursos que sostienen sus estructuras sígnicos-argumentales. 

Un dibujo que "descontruye" figurativamente los referentes para "enfilar" otras realidades de significación.  Las líneas se entrecruzan amorfas, laberínticas, serpenteando. La manzana o el pincel, el perrito, los paños suaves como en "El Sueño de América" o tan herméticos y duros como en "El Gran Proyecto Histórico," la luz omnisciente que gravita en todo el espacio pictórico sin fuente visualizable, localizable sino advertimos su "Esencia divina," abarcadora. 

Para Banasco - lo místico no exige cuerpo, ni espacio, ni tiempo acompasado, lo místico está, existe, "es." - Hacia allí dirige su obra.

 

 

 

 

Jorge Luís Montesino (Pinar del Río - 1996)

Crítico de Arte

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